6 grandes miedos con los que un CEO debería amigarse
Que quede claro: todavía no nació el ejecutivo que lidere una organización sin tener miedos (así, en plural). Los miedos son parte de nuestra humanidad, acompañan a todas las personas. Pero las preocupaciones que acechan a los empresarios alcanzan otra relevancia, si se considera que sobre sus hombros descansa el peso de las decisiones que afectan a toda una organización, su reputación y su gente.
Aunque parezca lo contrario, no queremos asustarte, sino entender qué podemos hacer con estos miedos, ya que cerrar los ojos y cruzar los dedos para que nunca se cumplan no sería un remedio efectivo.
Un enfoque más estratégico es el que propone Alex Turnbull, CEO y fundador de Groove, una mesa de ayuda para pequeñas empresas y startups. En el blog de la compañía, Turnbull ha expresado que ama a sus miedos sencillamente porque lo obligan a asegurarse que nunca se cumplan y, en consecuencia, lo ayudan a ser un mejor emprendedor.
En la misma línea, desde Vistage queremos animarte a usar tus miedos a tu favor, en dos grandes pasos:
- Aceptar el miedo: si algo te preocupa es porque hay alguna posibilidad de que se vuelva realidad.
- Actuar a partir del miedo: una vez que lo aceptaste, empezá a trabajar para que nunca ocurra.
En la lista que sigue te contamos cuáles son los 6 miedos más comunes de todo CEO.
1. Miedo a ser un impostor
La American Psychological Association estima que 7 de cada 10 personas han experimentado el síndrome del impostor, ese miedo a ser descubiertos como un fraude por no sentirnos inteligentes, capaces o creativos, a pesar de haber conseguido grandes logros.
En el caso de un director ejecutivo, este miedo emerge con mayor realismo en los momentos donde hay que tomar las decisiones más significativas para la organización. Son instancias de gran soledad donde incluso los empresarios más experimentados no pueden evitar preguntarse si su decisión, tomada con las mejores intenciones, podría dañar a su empresa, sus empleados o su propia reputación.
Si reconocés este miedo, es bueno que recuerdes que no estás solo: otros líderes lo vivieron y además lo pudieron vencer. ¿Por qué no contactarlos? Podrías reunirte con un coach, un mentor o incluso un grupo de asesoramiento de pares que hayan pasado por tus mismos temores.
Pero te proponemos algo más: plantear y seleccionar metas de corto plazo que te ayuden a “definir” tu éxito. Alcanzarlas te ofrecerá una evidencia poderosa contra el síndrome del impostor.
2. Miedo a la decisión equivocada
Son muchos los factores que pueden contribuir a tomar una decisión equivocada, incluyendo el exceso de confianza, la falta de información o simplemente, la indecisión. Estos factores son inherentes a cualquier liderazgo y tenemos que ser capaces de convivir con ellos sin que nos atemoricen al punto de interferir con el principal trabajo de todo CEO, que justamente es tomar decisiones.
En este caso, las decisiones más frecuentes y con menos impacto en el negocio pueden servirte como entrenamiento para equivocarte con menor riesgo y ajustar cualquier error a partir de un feedback inmediato.
3. Miedo a parecer poco inteligente
Ser percibido en público como poco inteligente es una pesadilla para cualquier empresario, que además se multiplica según una amplia y compleja variedad de audiencias con las que debe interactuar: el directorio, el equipo ejecutivo, los empleados y el ojo siempre crítico de las redes sociales.
Lo cierto es que ningún CEO está exento de cometer errores mientras habla en una reunión, o tomar decisiones equivocadas o actuar apresuradamente. Es inevitable. Entonces, te recomendamos confiar en tus valores, relajarte y tener la humildad de no tomarte demasiado en serio. Ya lo dijo Epícteto: “El que se ríe de sí mismo nunca se queda sin cosas de qué reírse”.
4. Miedo a los riesgos (y a la economía)
Cada vez son mayores los riesgos que desafían la gestión de un CEO, desde emergentes imprevistos, como la pandemia por Covid-19 o los desastres naturales, hasta las disrupciones propias de cada sector o los sobresaltos económicos, ya sea a nivel global o doméstico.
Entre ellos, definitivamente la economía constituye una preocupación siempre presente. Por caso, un escenario recesivo puede destruir a las mejores empresas: Amazon estuvo a punto de quebrar cuando estalló la denominada burbuja de las puntocom, con el cambio de milenio.
Económicos o no, la mejor manera de gestionar los riesgos es incluirlos en tus proyecciones, como si realmente fueran a ocurrir. Amazon sobrevivió a la burbuja de las puntocom gracias a una planificación financiera oportuna. Considerar las peores circunstancias puede dar miedo, pero es la mejor carta para anticiparse a los imprevistos.
5. Miedo a no motivar a los empleados
Parte del trabajo de un CEO es motivar a otras personas, lo que a menudo se dificulta debido a su propia humanidad: las emociones y el estrés son difíciles de predecir y complejos de gestionar. Una reciente encuesta a CEOs de pequeñas empresas, elaborada por WSJ/Vistage en Estados Unidos, arrojó que el 47% de los directores ejecutivos consultados estaba muy preocupado por la moral de sus empleados, e incluso un 34% reconoció estar preocupado por su propia moral.
Para combatir este miedo se necesita creatividad, especialmente con tantos empleados que trabajan de forma remota. No es imposible: Google mantiene un contacto semanal respondiendo consultas y compartiendo información con su gente; pero además permite que dediquen el 20 por ciento de su tiempo a trabajar en lo que quieran. Así se desarrollaron las primeras versiones de Gmail y AdSense.
6. Miedo al fracaso
El fracaso es parte de la vida: todas las personas sufrimos los resultados adversos, ya sea en pequeños proyectos o grandes desafíos. El miedo al fracaso es realmente perjudicial porque puede afectar la voluntad de actuar, un costo demasiado caro para un líder empresario.
Para mitigar este miedo te aconsejamos empezar por aceptar que, inevitablemente, el fracaso se presentará en algún momento de tu carrera. La clave está en abordarlo como parte del crecimiento: gracias a esta experiencia, que en principio te resultará frustrante, vas a descubrir lo que no funciona y te va a motivar para encontrar nuevas habilidades.